Wolfgang

Cuando leí que Wolfgang se había convertido en el mejor estreno español del año y había liderado la taquilla en su primer fin de semana (la película ha recaudado más de 3 millones de euros, convirtiéndose en la primera película española en superar esa cifra en 2025), me dispuse a verla con grandes expectativas. Quizá ahí el error.


Wolfgang no sólo me parece una mala película: Es el ejemplo perfecto de un cine que confunde estilo con sustancia, ambición con caos, y estética con narrativa. Pretenciosa, lenta y carente de alma, es una de esas obras que parecen hechas exclusivamente para festivales que premian lo enigmático, jugando con el estigma de un niño con una discapacidad, muy por encima de lo coherente. Si pudiese apuntar algo positivo, sería el intento de dar visibilidad a los niños con algún tipo de TEA, pero incluso en ese aspecto (y aunque no hay dos casos iguales), caen en los tópicos más socorridos. En mi opinión, que haya sido la película más taquillera, no sé si dice mucho del público de cine generalista en este país. Si alguna vez tuviste curiosidad por verla, tal vez sea mejor invertir ese tiempo en mirar una pared o incluso el techo, algo que practico con relativa frecuencia. Al menos no te sentirás intelectualmente insultado. 

¡Crea tu página web gratis!