Los renglones torcidos de Dios

Me encanta leer, no puedo dejar de hacerlo, considero que enriquece el espíritu, el alma y el cerebro. En los libros también habitan muchas cosas bonitas y de las últimas novelas que he disfrutado, una especialmente ha conseguido sorprenderme. 

Pues hay novelas que se leen, y otras que se habitan. Alice Gould, su protagonista, es una mujer suspendida entre dos mundos: el de la razón brillante y el de la locura velada. ¿Está realmente enferma, o es simplemente una inteligencia demasiado viva para los moldes estrechos de lo establecido? Su paso por el hospital psiquiátrico no es solo una estancia, sino una travesía en la que acompañas, dudas, temes… y finalmente comprendes.

Porque en esta novela, la locura se convierte en una pregunta, y la verdad en un laberinto. Y al final del recorrido, uno no es el mismo. Porque he aprendido que hay mentes que sienten demasiado, y que entre los muros de un manicomio pueden habitar no solo la tristeza, sino también la lucidez, la ternura… y una forma muy especial de libertad.

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