Lisboa, la ciudad que te puede agotar y enriquecer, a partes iguales
Lisboa es una ciudad que merece ser visitada a otro ritmo, escapar de las maratones turísticas, subiendo y bajando por calles endiabladamente empinadas sin pararse ni un instante a mirada alrededor, y dejar que sea la ciudad quién marque el ritmo. No importa si en una primera visita no llegas a poner todas las cruces de la lista que llevabas, de lo que se trata es de disfrutar la ciudad y no de ser devorado por ella. Lisboa siempre estará esperando una segunda o tercera visita, siempre estará allí.
Dicho esto, si un lugar me transmitió magia y belleza a la par, este fue el Convento do Carmo. Se trata de un convento que, como puede apreciarse, fue parcialmente destruido en el terremoto de 1755 y que actualmente se conserva como un monumento en ruinas, sin techo, lo que le aporta ese aspecto tan característico.
Bajo un cielo azul impecable, las ruinas del Convento do Carmo se elevan como un poema en piedra, sus arcos góticos recortándose con elegancia contra la inmensidad celeste. El tiempo ha dejado su huella, pero no ha robado la esencia sagrada del lugar. Al contrario: la ausencia del techo parece haber abierto una ventana al infinito, dejando que la luz bañe los antiguos muros con una suavidad casi espiritual.
Caminar entre estas columnas es como recorrer los suspiros del pasado, como si cada piedra contara una historia de fe, de arte, de destrucción… y de resistencia. Lo que alguna vez fue templo cerrado hoy es espacio abierto al cielo y al alma, y esa transformación lo llena de una belleza distinta, inesperada, profundamente conmovedora.
En su silencio, el Convento do Carmo no solo muestra las cicatrices del cataclismo que lo desgarró, sino también la nobleza con la que ha sabido mantenerse en pie. Es un lugar donde el arte y la historia se abrazan en ruinas gloriosas, donde la luz danza entre columnas y el tiempo parece suspenderse por un momento, invitándonos a contemplar, a sentir, a recordar.
Cuando tuve ante mis ojos este convento, no pude evitar que me evocara, en otra época, lugar y contexto, a este artículo que también os invito a leer y que os dejo aquí:
https://www.filocalista.es/l/iglesia-de-santa-marina-dozo-en-cambados/