La felicidad está en las pequeñas cosas

A Gazpacha

En la quietud dorada de una tarde tibia,
una gata siamesa reposa en silencio,
con sus ojos de azul marino fijos
en un estallido púrpura de bugambillas.

El sol, suave y perezoso, acaricia su lomo
como si leyera en su pelaje de humo
un poema antiguo que solo entienden
las criaturas que viven entre sombras y luz.

Frente a ella, las bugambillas bailan con el viento,
vestidas con el fervor de un verano sin prisa,
y en sus pétalos, la siamesa ve un mundo que no caza
sino contempla, un jardín hecho de fuego delicado.

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