Feria Modernista de Terrassa
Si te gusta el arte, Terrassa es una visita obligada, pues acumula diferentes corrientes culturales. En una de las últimas ediciones que estuve, si bien había demasiada afluencia para mi gusto, disfruté mucho de toda la contextualización y caracterización de los diferentes lugares.
La Feria Modernista de Terrassa es mucho más que una cita con el pasado: es un hechizo que transforma las calles de la ciudad en un escenario vivo de esplendor, elegancia y memoria. Cada primavera, Terrassa se viste con encajes de historia, sacando a relucir su alma modernista con orgullo y encanto. Durante unos días, la ciudad no camina hacia el futuro, sino que flota dulcemente hacia un ayer lleno de arte, ingenio y revolución estética.
Los escaparates se engalanan con tipografías antiguas, los vecinos recuperan trajes de época con la delicadeza de quien honra una herencia, y por las plazas desfilan coches de época, música en gramófonos, damas con sombrillas y caballeros con bastón. El humo del carbón, los carteles publicitarios retro y el aroma a chocolate espeso o vermut casero hacen que cada esquina respire otra época, donde el detalle importaba y la arquitectura soñaba.
Es una celebración de la belleza, del patrimonio industrial y cultural, pero también del alma colectiva. Porque la Feria Modernista no es solo una fiesta de fachadas o vestidos: es un homenaje vivo al impulso creativo que un día convirtió a Terrassa en un faro de modernidad.
Asistir es como entrar en una fotografía que cobra vida, donde todo late al ritmo de un vals de hierro, cristal y elegancia. Una ciudad que no solo recuerda su historia, sino que la interpreta, la celebra… y la baila.