En dique seco

Creo que en alguna ocasión he escrito acerca de mis aficiones, o más que eso, de las cosas que me gusta hacer, muy a menudo en solitario, por la paz que me aporta, lo que me enriquece y la belleza que a menudo encuentro en objetos o lugares que pasarían desapercibidos.
Para esas excursiones, tengo un todo terreno ligeramente camperizado que me permite hacer excursiones de uno, o a lo sumo dos días, por lugares más inhóspitos de los que podríamos afrontar con otro tipo de vehículo.
En una de esas rutas y ante mi absoluta sorpresa, en un recóndito lugar, encontré que de algún modo, se había transportado esta embarcación que ahora veía pasar el tiempo fuera de su medio natural. No pude por menos que hacerle una fotografía y acompañarla de unos versos que aquí os dejo.
Versos para un barco en tierra
Callado duerme el casco en tierra,
como un pez varado entre los robles,
con el vientre rosa de sal antigua
y las alas de viento dormidas.
Ya no crujen sus velas al alba,
ni respira el mar por sus ventanas.
Ahora sueña en seco, entre briznas,
con las mareas que le dieron alma.
La proa apunta al cielo como faro,
sabe del sol y de la tormenta,
pero aguarda, paciente, entre maderas,
el regreso del timón y la leyenda.
Oxidado en sus huesos de aventura,
con heridas de sal bajo la línea,
es un templo del viaje detenido,
una historia que el tiempo aún no olvida.
¿Quién será el que lo devuelva al agua?
¿Quién lo escuche cuando el casco canta?
Por ahora, en silencio se mantiene,
soñando olas en la hierba estancada.